Padres

Los padres son la clave

La formación de personas es una tarea que no puede limitarse a un entorno concreto, un método concreto, o un ámbito reducido de la persona porque cada persona es única y libre: es una tarea que abarca a toda la persona, y que no termina nunca. Por eso los responsables primerísimos de la formación de los hijos son los padres: no hay institución, técnica, influencer, o cultura que pueda hacer más por un chico que su propia familia.

En el Flama Club tenemos esto muy claro. Para empezar, el club fue fundado por un grupo de familias que querían brindar a sus hijos un lugar más en el cual pudieran crecer, y son las familias las que siguen orientando al club en su funcionamiento habitual hoy en día. Pero además sabemos que solo somos subsidiarios a la labor que ellos hacen, minuto a minuto, en sus hogares. Los chicos solo pasan una parte acotada de su tiempo en el club, el colegio, o en otras actividades. En cambio en la intimidad de la familia es donde cuajan o se deshacen ideas, convicciones, valores y costumbres. 

La formación y la educación de los hijos es una tarea que compete en primer lugar a los padres. El club es “otro input” en esa tarea de los padres, que quieren y deben procurar la mejor formación de sus hijos, humana y cristianamente. El club, a diferencia de otras instituciones, procura alcanzar sus fines en un contexto de educación no formal. El club, los colegios, los clubes deportivos, las academias de distintas disciplinas, son todos elementos complementarios, siempre teniendo en vista la primacía del papel de la familia. 

Es por todo esto que en el Flama procuramos estar siempre cerca de los padres, en comunicación constante. Y de la mano de ellos mismos, organizamos en el club charlas o encuentros formativos para padres sobre temas que a ellos mismos interesen. Además, en las actividades extraordinarias del club, siempre participan todos los que quieren, y para nosotros es algo muy importante que así lo hagan.

San Josemaría decía: «Desde el primer momento, los hijos son testigos inexorables de la vida de sus padres. No os dais cuenta, pero lo juzgan todo, y a veces os juzgan mal. De manera que las cosas que suceden en el hogar influyen para bien o para mal en vuestras criaturas. Procurad darles buen ejemplo, procurad no esconder vuestra piedad, procurad ser limpios en vuestra conducta: entonces aprenderán, y serán la corona de vuestra madurez y de vuestra vejez. Sois para ellos como un libro abierto».