el Flama club y el Opus Dei

«QUE EL SEÑOR ESTÉ EN SU ESTUDIO. EN SU CABEZA, EN SUS AMISTADES, EN SU DESCANSO, EN SU DEPORTE Y EN SUS GUITARRAS… ¡TAMBIÉN EN SUS GUITARRAS!»

El Flama tiene como objetivo formar ciudadanos ejemplares, buenos profesionales, buenos padres de familia, con una honda preocupación social. Las iniciativas apostólicas que el Opus Dei promueve responden siempre a necesidades sociales reales.​

La responsabilidad de la actividad formativa del Flama está confiada a la Prelatura del Opus Dei, una institución de la Iglesia Católica fundada en 1928 por San Josemaría Escrivá de Balaguer. El Opus Dei garantiza la orientación y vivificación cristiana de toda la actividad del Club. En todo lo demás -lo relativo a las cuestiones organizativas, técnicas, de gestión económica, aspectos jurídicos, etc.-, la responsabilidad corresponde a las personas que dirigen esta asociación, que es de carácter civil.

Esa presencia del espíritu del Opus Dei se manifestará habitualmente en detalles como la insistencia en la seriedad y exigencia en el estudio, el impulso de los valores sociales y de servicio, fomento de las virtudes humanas, cuidado de los detalles pequeños, respeto a la libertad, clima de confianza y de cordialidad, protagonismo de los padres en el Club, aprendiendo que todas las circunstancias ordinarias son buenas para tratar a Dios.

Toda esa labor formativa y educativa del Club se traducirá igualmente en muchos aspectos prácticos, grandes o pequeños: pensar en los demás, felicitar al ganador después de un partido de fútbol, dejar la habitación ordenada al terminar una actividad, no quejarse por las incomodidades que surgen en un campamento, vencer la timidez participando en un festival, o muchos otros detalles que son parte fundamental del ambiente que queremos que aquí se respire.

El centro es la persona

Otro rasgo propio de este espíritu es la atención personal e individualizada, con la que se procura que los chicos crezcan en todas las facetas de su vida, de acuerdo con el deseo de los padres. No sólo interesa que el chico sea un buen estudiante, o un buen deportista, o una persona que reza. Se trata de ayudarle en todos los aspectos de la persona: a ser un cristiano integro, una persona de buen carácter, con virtudes humanas bien arraigadas y profundos valores sociales.

Para lograr todo eso -lo reiteramos de nuevo al final- tienen que sentir el Flama muy suyo. Es decisivo que haya una buena coordinación entre la labor formativa de los tutores y de los padres. Capáz que unos y otros, por separado, no lograríamos alcanzar las metas de las que hemos hablado; pero trabajando en buena sintonía sí podemos hacerlo.